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lunes, 7 de febrero de 2011

Letras dulces y tristes.

Poema sobre el vicio y placer de escribir


La tinta fue mi sangre
y las palabras los pétalos
caídos a mi paso.
Mi vida deja retazos
de sueños y desmanes.

¿Qué decirle al Silencio,
si te lo encuentras de cara?

Decirle:
Amo, siento y vivo,
tiende el puente de papel
que voy a cruzar el abismo
donde habita el olvido
y agonizan los sueños.

Dos palabras, sabes cuáles,
son un mundo.
Capaces de crear un infierno
de llantos profundos,
o elevarte a un cielo
que jamás imaginaste.

Las palabras construyen
de un ayer un hoy,
y plasman el mañana
que tal vez será.

Son la soga que ahoga
a los más cuerdos,
y la cuerda que salva
a los locos solitarios.

Su destino está unido
al de los poetas borrachos
que beben Rimbaud con tequila
y me susurran que te diga:
"Follemos sobre papel barato",
saldrá un poema dulce,
caliente y salvaje.

Una corola de besos
y un ramo de abrazos.
Las pieles, como la hiedra,
prietamente entrelazadas.

Y mis manos, mojadas
del licor de la vida,
contendrán por fín
la locura, la pena y la tristura
que mi alma supura y respira.

Y si no, ¡a la bebida!
Sexo y alcohol,
carantoñas a la vida,
que el blanco del papel
es el blanco de la muerte.

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