Perdóname dudar. Ya no sé si soy la de los mordiscos.
Libre del veneno de las flores, me miro al espejo y reconozco a la mujer que hubo antes de la Bestia. Ha debido ser la realidad, que de una bofetada me ha hecho sanar los viejos sentimientos, y mi corazón, poco a poco, se limpia y purifica librándose de la podredumbre.
Perdóname dudar, en este mar oscuro y denso. Tal vez arriba, en la claridad del horizonte, se halle la respuesta, pero yo no me atrevo a levantar la mirada.
Aquí me encuentro, asustada ante lo nuevo, pues jamás pensé que pudiese ser vacío. Sube marea, sube y llena esta nada. Llénala, pues a ella es a quien más temo.
Dices que me amas… ¿Te oyes gritar? Por mi dices que luchas, por mi dices que mueres.
Pero también en mi nombre matas. En mi nombre adoctrinas. En mi nombre comienzas guerras que no verás terminar.
Perdóname, que me perdones, te ruego, el dudar. No me fío de tus palabras, no creo en tus promesas. Si me amases no podrías odiar.
Te miro. Estás ahí tumbado en la cama. Duermes mientras yo te escribo esta carta que jamás podré darte, pues no me sabes leer.
Te acaricio. Has abierto los ojos. Sonríes, sabes que estoy allí, contigo. Sé que, aunque no me veas, puedes sentir mis labios, pues los poros de tu piel han dado muestra de tu escalofrío.
Tu mente está serena, pero te arde el corazón. Noto tu sangre vibrando en tu interior. ¿Me echabas de menos? Seguro qué sí, me necesitas.
Caen lágrimas de tus ojos, ¿en quién piensas? En aquella guerrillera a la que amaste más qué a mí. En quién, dime, en quien.
Pensando en tu dolor me miro de nuevo en el espejo. Bestia, otra vez tú aquí. Otra vez tus ojos profundos, tus abismos infranqueables.
En tu nombre iré a morderle hasta hacerlo pedazos, y mañana, mañana todo será diferente.
Estadística
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jueves, 18 de noviembre de 2010
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Morder
Quiero morder a mi perro.
Un perro viejo, gordo, sucio. Quiero morderle. Aún no he decidido si el rabo, el lomo o una pata; creo que lo haré cuando me acerque. Cuando me atreva a acercarme a él. Está ahí, tirado delante de mí, haciéndose el dormir. Yo sé bien que lo único que hace es hacerse el dormido ahí delante. Se burla de mí. Sabe que quiero morderle y se burla de mí. Piensa que no me atreveré, y más después de que se lo haya contado a todo el edificio. Ahora todos los vecinos saben que le voy a morder, y aunque creo que les da igual, no me ha gustado. Va a ser un hecho noticioso, hombre muerde a perro. A ese perro viejo, gordo, sucio.
¿Y por qué aún no me he atrevido a acercarme? Porque me da miedo, me da miedo lo que vayan a pensar. Lo que vayan a pensar los que lean lo que he hecho. Hombre muerde a perro. Es el qué dirán lo que a mí me quita el sueño y a él se lo da. No hacer cosas por miedo a los demás, eso sí que es bueno, piensa el perro. Ese estúpido perro. Ahí tumbado, haciéndose el dormido. Tres días llevamos en la misma posición, quizás él más, no recuerdo ahora. Hoy es el tercer día, eso seguro. Pero él haciéndose el dormido lleva más. Y esas gordas, estúpidas moscas a su alrededor que no me dejan pensar. ¡¡JODER!! ¡¡Callaos todas!! Con tanto ruido no me oigo pensar. Gordas, estúpidas moscas revoloteando alrededor del perro dormido.
Un perro viejo, gordo, sucio. Quiero morderle. Aún no he decidido si el rabo, el lomo o una pata; creo que lo haré cuando me acerque. Cuando me atreva a acercarme a él. Está ahí, tirado delante de mí, haciéndose el dormir. Yo sé bien que lo único que hace es hacerse el dormido ahí delante. Se burla de mí. Sabe que quiero morderle y se burla de mí. Piensa que no me atreveré, y más después de que se lo haya contado a todo el edificio. Ahora todos los vecinos saben que le voy a morder, y aunque creo que les da igual, no me ha gustado. Va a ser un hecho noticioso, hombre muerde a perro. A ese perro viejo, gordo, sucio.
¿Y por qué aún no me he atrevido a acercarme? Porque me da miedo, me da miedo lo que vayan a pensar. Lo que vayan a pensar los que lean lo que he hecho. Hombre muerde a perro. Es el qué dirán lo que a mí me quita el sueño y a él se lo da. No hacer cosas por miedo a los demás, eso sí que es bueno, piensa el perro. Ese estúpido perro. Ahí tumbado, haciéndose el dormido. Tres días llevamos en la misma posición, quizás él más, no recuerdo ahora. Hoy es el tercer día, eso seguro. Pero él haciéndose el dormido lleva más. Y esas gordas, estúpidas moscas a su alrededor que no me dejan pensar. ¡¡JODER!! ¡¡Callaos todas!! Con tanto ruido no me oigo pensar. Gordas, estúpidas moscas revoloteando alrededor del perro dormido.
Escritura automática; personalmente no me gusta como ha quedado (bla, bla, lo que siempre se suele decir diréis) pero he seguido las normas del juego como las entendí: escribir lo que te sugiera la palabra. Escritura automáticas, cuando empecé con la primera frase, que era mi idea, no sabía cómo seguiría ni cuando acabaría, de hecho, podría haber seguido escribiendo… pero ya no tenía gracia.
"Mamá, ¿qué es un zombie?"

Acabo de presenciar la que creo, de largo, es una de las películas más crudas y duras de los últimos años. Mucho más terrible de lo que aparenta; aquí no hay sangre, ni terror, nada de nada. Es puro drama, pero duro como pocos. No busca entretener, ni siquiera hacerte pasar un buen rato. Esta película debe ser entendida desde un punto de vista sociológico, pues lo que pretende es, en definitiva, hacernos pensar.
CANINO, película griega dirigida por Yorgos Lanthimos, resultó una sorpresa en el pasado festival de Cannes, e igualmente en el de Sitges. La película aborda un tema simple en apariencia, pero tremendamente complejo: tres hermanos, son educados por sus padres ajenos a la sociedad, bajo los criterios que ellos ven oportunos. Así, para los chicos, un zombie es una pequeña flor amarilla, y el mar una silla como las del salón. Los aviones son juguetes, que de vez en cuando caen del cielo y pueden utilizar como diversión.
Para que os hagáis una idea de la crudeza de la película: el hermano coge un avión de juguete de la hermana, ¿qué hace ésta?, pues rajarle el brazo con un cuchillo, ¿qué hace la madre? aporrear a su hija y encerrarla posteriormente en una habitación.

Además del padre, la madre, y los hijos, el único personaje restante es Christine, una guarda de seguridad contratada por el padre para satisfacer los deseos sexuales de su hijo. Éste será un personaje clave en el film, pues le entrega a una de las hijas unas cientas de vídeo por lamer su teclado (teclado para los hijos, pero sí, estamos hablando de los atributos femeninos). Una de estas cintas VHS no es otra que Rocky. Así, la hija, comienza a "enloquecer" y a recitar continuamente frases de la película.
No voy a destripar nada más de la película. Quizás el final deje un poco frío, pero como ya he dicho, esta no es una película para ver con palomitas en el cine.
Es un film difícil de ver, complejo, y tienes que saber lo que vas a ver. La cámara está fija en casi todos los planos, la música brilla por su ausencia (realmente, no existe melodía en toda la película), y lo que más sorprende, son las actuaciones. Es difícil juzgar de buena o mala una actuación cuando está es en otro idioma, pero más aún, si este idioma es griego (que confieso no haber escuchado prácticamente nunca). Los personajes son secos, fríos. Solo vemos un par de sonrisas en toda la película, pero es eso lo que el director quiere transmitir. La esencia del ser humano es la sociedad, no se le puede privar de ello.
Una gran película, bajo mi punto de vista, que hay que ver con disposición e intención de enfrentarse a un producto poco convencional; de lo contrario, disgustará sobremanera. No esperéis ritmo ágil, ni acción, pues ésto no existe.
CANINO es dura, como ya he dicho, perversa, fría, escalofriante, pero sólo si la entendemos como el director la entiende.
(Terrible la escena en la que madre e hijos son educados como perros, y el padre les hace ladrar en el jardín)
martes, 16 de noviembre de 2010
Muérdeme. Muérdeme con furia. Muérdeme como si llevases cien años sin probar bocado. Muérdeme hasta que sienta tus dientes clavados en mi piel.
¿Dónde? No importa. Sólo quiero que me muerdas. Soy consciente del peligro, quiero que me muerdas.
Quiero sangre, sudor y lágrimas. Y pasión. Así que come, y calla.
Muérdeme como si fuera carne cruda roja en las fauces del león, como si fuera la manzana roja envenenada en la boca roja de Blancanieves, como si fuera el dulce cuello en los colmillos rojos del vampiro, en un callejón cualquiera, oscuro, húmedo y perdido.
Muérdeme. Prefiero morir en tus labios que yacer en la amargura.
Me basta aspirar tu aliento para volar hasta la Luna.
Hazme arder, gemir, romper; me asfixiaré entre las dunas.
Cómeme como jamás lo hiciste, cómeme como jamás lo harías, muérdeme como a ninguna.
Pero no juegues conmigo. Con la comida no se juega.
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