Estadística

martes, 16 de noviembre de 2010

Muérdeme. Muérdeme con furia. Muérdeme como si llevases cien años sin probar bocado. Muérdeme hasta que sienta tus dientes clavados en mi piel.
¿Dónde? No importa. Sólo quiero que me muerdas. Soy consciente del peligro, quiero que me muerdas.
Quiero sangre, sudor y lágrimas. Y pasión. Así que come, y calla.
Muérdeme como si fuera carne cruda roja en las fauces del león, como si fuera la manzana roja envenenada en la boca roja de Blancanieves, como si fuera el dulce cuello en los colmillos rojos del vampiro, en un callejón cualquiera, oscuro, húmedo y perdido.
Muérdeme. Prefiero morir en tus labios que yacer en la amargura.
Me basta aspirar tu aliento para volar hasta la Luna.
Hazme arder, gemir, romper; me asfixiaré entre las dunas.
Cómeme como jamás lo hiciste, cómeme como jamás lo harías, muérdeme como a ninguna.
Pero no juegues conmigo. Con la comida no se juega.

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