LiberadAs

Estoy atrapada. Gruesas cadenas me asfixian pies y muñecas. Mi rostro sonriente y mi cuerpo nuevo saludan al mundo tímidos e ignorantes.
Avanzo, oigo voces que me ruborizan y embelesan.
Avanzo, me siento bien.
Hiedras, en este oscuro pasillo creo dibujar hiedras que se despegan de la pared. Como serpientes, danzan a mi alrededor.
Sigo, sonrío, las hiedras me abrazan. Siento un aliento en mi nuca. Escalofríos. Sonrío.
Sigo. Las hiedras me abren paso, me siento fuerte.
Avanzo y avanzo... solo hay pasillo y hiedras. Y ese aliento húmedo.
Me asusto, pero sigo. Voces. Más voces, aliento, unos labios besan los míos. Sigo. Me rodean, esas hiedras viscosas me abrazan. ¡No!, grito, pero nada para. Asco. Siento un tremendo asco, quiero correr. Pero no puedo, estoy encadenada. Tiro, tiro con fuerza, lucho, grito. Mis manos se liberan. A gatas avanzo, estiro mis brazos ansiando el infinito, pero no llego.
Más labios, más bocas, más hierbas, más hiedras. Bocas que me muerden, hiedras que me desnudan, que me arañan, que me clavan sus espinas. Mi cuerpo sangra, pero sigo.
Trabajo, ignoro, intento ser digna. Las voces se enfadan, me gritan que les sorprendo, que soy especial, que me quieren ¡Puta!
Estoy sucia de arrastrar mi cuerpo por el suelo, el fango se mezcla con la sangre de mis heridas.
No me rindo, sigo. ¡He dicho que sigo!
Avanzo, me estiro, más hiedras que me palpan, más dientes que me mordisquean, más voces que me insultan. Más falsos te amo.
Llego al final, hay un muro. Un muro de piedra, fuerte, grande, oscuro.
¡No puedes! Me gritan. ¡Puta, tú no puedes! Lo golpeo, lo golpeo, lo golpeo.
Se ríen de mis gritos, se mofan de mis lágrimas. Pero lo golpeo. ¡lo golpeo!
No me quedan casi fuerzas, pero no voy a parar. Y una cosa os digo:
Voy a tirar ese muro.