Estadística

domingo, 31 de octubre de 2010

La felicidad... un balconcito.

Un saxo sobre el negro inmTamaño de fuenteenso de la noche. Creo ver alguna que otra estrella, casi perdida, sola, como un oasis de esperanza en medio del desierto. Una muestra de que la industrialización aún no ha devorado por completo la belleza natural del universo. Atmósfera cálida, brisa estival, paz interior. Todas las personas están cerca, muy cerca, casi puedo oír sus pensamientos desde aquí, observando las calles desde arriba, un poco como un dios que mira maravillado su mundo. Casi puedo sentir su calor.
Es curiosa la perspectiva. Me siento grande. Todo lo demás es pequeño. Soy, o creo ser, la única espectadora atenta de esta calma nocturna. Las agujas del reloj parecen haberse quedado paralizadas en este instante. Y pienso: "Joder, cómo amo este jodido balcón." Nada mejor para las madrugadas de verano que asomarse a reflexionar. O mejor, a dejar de hacerlo de una puñetera vez.
Y aquí me quedo, en las alturas (unos 15 metros me sobran, sufro de un vértigo exagerado). Con este saxo sobre el negro inmenso de la noche. Nada más sensual, nada más... humano.

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