A todos nos cuesta hacernos con una y todos queremos escribir en el blog. A todos nos hace falta una idea y es lo que intentamos encontrar desesperadamente cuando nos sentamos delante de la pantalla del ordenador o un folio en blanco. Tan sólo necesitamos una, una miserable y asquerosa idea. Pero nunca suele estar en nuestro cuarto junto a nosotros.
Las ideas son un bien de valor incalculable. Se esconden en los lugares más diversos y disparatados. No existe ninguna manera exacta de saber dónde ni cuándo las encontraremos, sin embargo, podemos averiguar los sitios que frecuentan. Existe un lugar especial donde ideas de diversos tipos, clases, formas, colores y tamaños se reúnen todas juntas; en efecto, estoy hablando del cuarto de baño. Esta parte de cualquier vivienda emana peculiares energías que a las ideas les resultan atractivas, a todo tipo de ideas. Allí se dan cita tanto las ideas disparatadas como las geniales, las buenas y las malas, las malvadas y las benévolas. No sería ninguna sorpresa o algo novedoso de repente conocer que las grandes ideas de los siglos pasados les vinieron a la mente de los genios mientras estaban en el cuarto de baño.
Pero, ¿por qué en este sitio y no otro cualquiera? La respuesta es simple. En el baño somos nosotros mismos. Es en el único sitio donde al estar desnudos no sentimos vergüenza. Es el sitio donde más relajado está uno, donde su cuerpo pasa por un proceso de limpieza y la mente también. La conciencia del tiempo parece desaparecer entre el vapor del aire, las pompas de jabón y los perfumes. Y es en estos momentos de orgasmo mental cuando las ideas aprovechan para formar parte de nosotros. Al quitarnos toda la suciedad les dejamos vía libre a las ideas.
Pero esto no pasa únicamente durante el proceso del aseo. A la unión entre ideas y razón ha tenido una especial contribución uno de los grandes inventos del hombre: el retrete. El trono por excelencia; es el sitio donde acaban todas nuestras preocupaciones más inmediatas. Se trata de un sitio especial, ya que no sólo vienen a la mente genialidades sino que también se dan respuestas a grandes preguntas existenciales. Sin duda el asiento donde más cómodas se encuentran nuestras nalgas.
Otro de los sitios básicos de un baño es el lavabo. Esta parte del cuarto cuenta con una peculiaridad: posee un espejo. El ser humano, delante de un espejo y en una situación de total inmunidad a todo sentimiento de vergüenza, se suele plantear preguntas sobre sí mismo, preguntas que surgen únicamente en ese sitio. A esas preguntas suelen responder la cuchilla de afeitar, el peine, las tijeras, el cepillo dental, el secador, la plancha, las cremas, etc. Sin embargo es precisamente en este sitio donde se albergan también la mayoría de las ideas de carácter negativo. A algunos imbéciles les gusta hacerse fotos delante del espejo, fotos que posteriormente son colgadas en los perfiles de las redes sociales, fotos que no son agradables precisamente. Me gustaría hacer un llamamiento a todas esas personas a que dejasen esa práctica, ya que, en ocasiones, atenta a la sensibilidad de las personas.
Que grande, me encanta. A mi en el baño, pero también en la cama, y en el bus jaja
ResponderEliminarLos canis que se hacen fotos en los espejos son terroristas de las "ideas de los baños", debería haber una ley que prohibiera eso.
ResponderEliminarPor lo demás, Jaco, genial, ya lo sabes, un tono pseudo serio que esconde ironía que en realidad esconde un tema real, veraz y que preocupa a mucha gente, autores que se quedan sin ideas e incluso algunos se han llegado a suicidar, frivolizados en un retrete... Seré pedante y diré "Brillante"
(Esta última frase no he hecho aposta que rime)
ya ya Berta... A saber cuánto tiempo te has pegado en el baño para poner ese comentario jaja
ResponderEliminarMuy bueno, nunca se me habían ocurrido tantas cosas sobre un cuarto de baño...Los novatos venís pisando fuerte, por lo que parece=)
ResponderEliminarSólo una cosa que añadiría yo al párrafo del espejo: ese objeto tan simple es, diría yo, lo más importante, porque nos dice la verdad pura y dura, sin ninguna transformación, la queramos ver o no. Nos enseña lo que somos, y no lo que queremos ser.
Por lo demás genial, lo repito