Estadística

miércoles, 8 de junio de 2011

Lo que nunca salió a la luz

Ya sé que odiais a Grijelmo, y sobre todo en estas fechas. Pero desde hace tiempo quería colgar esto en el blog. Es la primera versión de mi comentario sobre la Seducción de las Palabras, la que Maite no vio. Lo cuelgo no para amargaros la existencia, sino para generar un poco de debate (aunque no tengo muchas esperenzas).

No paran de seducirnos. No paramos de seducir. La seducción está presente en cualquier acto comunicativo. Aparece en el momento cuando se establece la comunicación entre dos entes. La seducción de las palabras es sencillamente manipulación. Manipular es conseguir que una persona haga algo, reaccione de una determinada manera o que responda tal y como nosotros queramos, siempre que el sujeto en cuestión no conozca nuestras verdaderas intenciones. Ocultamos la verdad, y ocultar la verdad significa mentir. Tal vez esta fue una de las razones por las que el ser humano aprendió a hablar: para poder mentir.

En los debates de clase se ha dicho que Grijelmo no se basa en ningún argumento científico para escribir su libro. Se ha mencionado que se debería haber realizado escáneres cerebrales para observar los impulsos eléctricos que generan determinadas palabras o expresiones. Fuera de clase, se ha comentado que Grijelmo se hace auténticas “pajas mentales”. Realizando estudios cerebrales para estudiar este fenómeno, sencillamente, lo que haremos será tratar todos los casos por igual. En mi opinión, la igualdad no existe. Las experiencias de cada persona son únicas e irrepetibles. No puede haber dos personas en el mismo punto de los ejes del espacio y del tiempo. Pueden existir opiniones compartidas, enfoques parecidos y argumentos semejantes, pero jamás serán iguales, ni siquiera serán igualmente expresados. Esto es lo que nos hace humanos. Rebajarnos a la objetividad perfecta y aburrida significa convertirnos en máquinas. Estudiar los impulsos neuronales por igual es afirmar que todos somos iguales, iguales como las máquinas que se fabrican en una cadena de montaje.

El verdadero reto del hablante u orador (o también manipulador) es averiguar cómo reaccionará o podría reaccionar una persona o un colectivo ante la manipulación, y en consecuencia, elegir el estilo, las palabras y la manera de manipular adecuada para conseguir nuestros fines. La manipulación, y en definitiva las palabras, no son más que el medio para un fin. Hablar jamás fue un fin, pues no se habla por hablar. Siempre hay una intención detrás y en la mayoría de las ocasiones está oculta.

Aparte de hablarnos de cómo se manipula, Grijelmo nos cuenta en qué áreas de nuestra vida podemos encontrar la manipulación: la publicidad, la política y en el amor. En realidad son las tres cosas básicas a las que aspira cualquier ser humano: dinero, poder y sexo (o amor, esto es una cuestión discutible). Cada área tiene su estilo para manipular, para seducir. No valen las herramientas de una para usarlas en otra. La publicidad (si es que se la puede llamar así) que anuncia “sexo gratis” ya no convence a nadie. Llama la atención, por supuesto, pero nadie se la toma en serio. Tal y como ha demostrado Grijelmo, la seducción es un arte que requiere de sutileza y el ejemplo anterior carece de ella.

La prensa también manipula. Al fin y al cabo, las empresas de comunicación son empresas, quieren y necesitan lucrarse. Para ello tienen que vender su producto (la información), y se dirigen a clientes muy bien definidos. La prensa lo tiene difícil para manipular, pues aspira a ser objetiva. Pero por muy objetivo que parezca un periódico, todos pecan de subjetivos. En caso contrario, ¿para qué necesitamos tantos periódicos? Si la objetividad realmente fuese una realidad, sólo existiría un periódico y todos leeríamos ese. (Esto también es una cuestión que genera debate, pues algunas personas dirían que esto atenta contra el pluralismo ideológico y de esta forma se implantaría una especie de totalitarismo, afirmando de tal modo, sin darse cuenta, que la objetividad no existe).

Es en la opinión donde se le deja rienda suelta a la prensa. Es en las páginas de opinión donde un periódico puede expresar y decir lo que quiera (sin ofender a nadie, claro). La opinión siempre ha de estar bien identificada y señalizada como tal, pues de no estarlo, quien la haya emitido podría encontrarse con graves problemas. Es la opinión lo que vende periódicos.

Digo esto porque la prensa opina (es decir, también manipula y seduce) sutilmente en cada una de sus páginas: a qué noticias se le da importancia, desde qué enfoque se trata, qué tipo de palabras se usan para definir un hecho, etc. son herramientas para opinar.

Por último me gustaría expresar otra idea. Las palabras tienen un gran poder de manipulación, no hay duda. Pero también hemos de tener en cuenta las imágenes. Combinadas con las palabras, conseguimos un arma de doble filo. Sólo hay que fijarse en los carteles. Carteles de todo tipo: publicitarios, anuncios de películas, candidatos para las elecciones, con consignas políticas, grandes, pequeños, con letras, con números, etc. A todos ellos se les ha aplicado, en mayor o menor medida, una intención de manipular conciencias. Hasta la medida influye. Su dimensión es el resultado de una ecuación matemática aplicada a la geometría, que da resultado a un rectángulo dibujado a partir de un cuadrado. Se llama “rectángulo áureo” y su función es manipular el sentido de la vista, pues se ha demostrado que por su tamaño, no hace falta mover los ojos para observarlo en su totalidad. Sean grandes o pequeños todos cumplen esa proporción.

Tanto las imágenes como el texto, en ocasiones unidos, han evolucionado a imágenes en movimiento y texto reproducido, es decir, vídeo y sonido. Está de sobra demostrado que manipular mediante vídeo y sonido puede resultar más eficaz incluso que con texto y fotografías. Pero no hay que dejar de apreciar el enorme poder de las palabras y las imágenes. Combinados estos cuatro elementos, conseguiremos un arma de manipulación masiva que bloqueará por completo los sentidos de la vista y el oído dejando puerta abierta hacia la razón.

En definitiva, hay que tener en cuenta cualquier tipo de manipulación, pero especialmente las palabras, pues son origen y base de todo. Hasta el mismo Grijelmo nos seduce en su libro, por el registro que utiliza. Se trata, a mi modo de ver, de un libro de advertencia que nos dice: “¡Cuidado!, nos os dejéis manipular, prestad atención.” Pero en ningún momento utiliza un tono alarmante ni intenta sembrar el pánico, al contrario, trata los temas con tranquilidad, con calma. No intenta convencer a nadie, pues no lo necesita. Deja al lector libre para creerse lo que dice, lo deja todo en sus manos. Sólo los científicos necesitan demostrarlo todo.

1 comentario:

  1. Me parece un comentario buenísimo, y hablas de casi todos los aspectos. Quizás lo único que discuto es ese cierto anti-cienticismo que tiene en parte, no se estudia el cerebro porque sea igual, sino porque sus procesos son iguales, solo que lo que registran está vinculado a la experiencia vital de cada uno y a ciertas variables genéticas.

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