Se mire como se mire, disparar a un hombre desarmado es un asesinato, da igual que ese hombre se llame Obama o Osama, no importa lo que haya hecho, siempre será un hombre, y como tal tiene derecho a vivir y a ser tratado.
Osama Ben Laden no era un terrorista, era la cabeza de un ejercito sin patria llamado Al Qaida, al igual que el Señor Barack Hussein Obama es el Comandante en jefe del Ejercito de los Estados Unidos de América. Cuando hablamos de la relación entre estos dos contingentes no podemos emplear la palabra terrorismo, debemos usar la palabra guerra. El terrorismo requiere que un bando ataque, y que el otro solo utilice la ley para defenderse, y este no es el caso.
Nos encontramos ante una guerra abierta en la que se enfrentan Al Qaida y los países que lo apoyan, contra EEUU y sus aliados (entre los que se encuentra nuestro país). En esta guerra, al contrario de lo que repiten una y otra vez los grandes medios de comunicación, no hay buenos ni malos. Al Qaida ha matado a miles de civiles, el ejercito norteamericano (formado por norteamericanos, españoles, británicos, …) ha matado a cientos de miles de civiles irakies y afganos; Al Qaida ha secuestrado y torturado a occidentales, el ejercito norteamericano ha secuestrado, encerrado y torturado a decenas de civiles árabes; y la lista continua. Pero, a pesar de estas similitudes, la sociedad europea (clase política a la cabeza), tan civilizada, demócrata y educada, se empeña en defender que, mientras que los estadounidenses son los defensores de la democracia , la justicia y la libertad; Al Qaida es el brazo armado del demonio. Ambos bandos han cometido horribles crímenes, ambos lideres duermen (o dormían) sobre la sangre de miles de inocentes, pero, a pesar de lo que hayan hecho, ambos hombres merecen un juicio justo y ser enterrados con dignidad.
Parece ser que en esta tierra de libertad y democracia en la que los disidentes acaban mudos, sin derechos políticos, en la cárcel, o muertos; la hipocresía es una pandemia que ha infectado a millones de personas. Todos somos demócratas, pero muy pocos se quejan cuando comienza a ilegalizarse partidos; todos creemos en la justica, pero aplaudimos los asesinatos extrajudiciales; todos somos iguales, pero cada voto tiene un valor distinto; todos tenemos los mismos derechos, pero en nuestra mesa solo dejamos qe coman los blancos. Sin duda, vivimos en un sistema bondadoso que cuida de nuestros hogares y escucha nuestras ideologías moderadas. Pero,… ¿Y si un día cambiamos nosotros, o cambia el sistema? ¿Y si un día ilegalizan nuestra ideología? ¿Y si un día el estado decide quitarnos más derechos? ¿Y si un día nos cansamos de la desigualdad y las mentiras? ¿Y si un día despertamos, y queremos tomar la riendas de nuestra vida? ¿Y si un día es a nosotros a quien apunta un soldado a la cabeza (por favor, ese día no quiero dormir en el mar)?
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