Estadística

miércoles, 27 de abril de 2011

Una historia, una más.

Creo que son las 9. Desde mi casa escucho el Angelus e inevitablemente me acuerdo de una historia.
Mi padre cuenta que en su pueblo había una señora que cada vez que se lo cruzaba daba lugar al mismo diálogo:
- ¿Aún lo tocan?- Preguntaba ella.
- Si, aún lo tocan.
- ¡Ah! Serán cabrones.
La señora seguía su camino, y, mi padre, el suyo.
Esa señora oía el Angelus las tres veces al día que lo ponen, aquí, en Zaragoza, desde la cárcel de mujeres. Esa señora está ya muerta, y yo me acuerdo de ella cada vez que oigo ese canto escalofriante.
Ese canto glorioso, ese canto que sobrevive a aquellos que fueron obligados a rezarlo entre miseria, horror y hambre.
No señores, no. No es aceptable que en nombre de la paz esta mujer, ¡esta y tantas otras!, haya muerto sin que jamás nadie le haya dado la oportunidad de contar su historia.
Es historia de España, decís cuando queremos eliminar los homenajes a los que causaron el horror, y a la falta de respeto alegáis cuando queremos darle un aplauso o un simple abrazo a los que no agacharon la cabeza, pensando en su libertad sí, pero también en la nuestra. Falta de respeto, repetís, cuando queremos darle a los huesos un suelo digno en el que reposar.
Pero cómo podéis ser tan hipócritas. Cómo no puede doleros la sinrazón que a golpe de pistola acabó con la cultura, la igualdad y la libertad. Las nuestras. Nuestra cultura, nuestra igualdad, nuestra libertad.
Ah no… a mi no vais a robarme la memoria.

4 comentarios:

  1. Precioso Alba, me ha provocado una mezcolanza de melancolía e indignación.
    Yo, cada vez que creo ver algo positivo en ciertos valores de la religión, choco contra la visión intransigente y conservadora, que prioriza la jerarquía, los ritos medievalizantes y las tradiciones oscurantintas. Por desgracia, algunos y algunas de las personas que así piensan son personas maravillosas.
    Difícil, muy difícil, hablar de humanismo cristiano y de amor evangélico en la España de hoy, hija del nacionalcatolicismo. ¿Dónde están los creyentes de la Transición que, como mis padres, creían en una iglesia al servicio de los pobres? ¿Murieron esos ideales como los misioneros de los barrios obreros de Barcelona, atacados de malaria?
    Frente a la luz, se impone la cruz. Un escalofrío me recorre ante las letanías y campanadas que recuerdan a ese pasado, tan presente y tan oscuro.

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  2. Casualmente hoy publica un artículo de opinión bastante progresista "Trabajo y dignidad humana" en el Heraldo de Aragón un católico de Zaragoza, y uno de peso: Elías Yanes Álvarez, arzobispo emérito de Zaragoza.
    Aunque no aclara el concepto de trabajo al que se refiere, y hace referencia a Juan Pablo II, cuyo concepto de trabajo es anti-liberal y anti-socialista (¿llamarlo conservador sería más acertado?), lo cierto es que sí que parece progresista y positivo su preocupación por el paro y que diga:
    "Hemos convertido el consumismo frenético y el bienestar individualista en el valor supremo, sin atender a exigencia éticas mínimas (sic) de servicio al bien común y a la justicia social".

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  3. Jajaja sí, pero hay reconocer a los que sí tienen un mensaje contra las injusticias, aunque en el caso de este señor, y de la mayoría de los católicos solidarios, sea un mensaje anti-capitalista desde un punto de vista humanista pero conservador.
    La Iglesia no es un monolito, hay pluralidad, como en todo, aunque unos tengan más peso o poder que otros.

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