Estadística

lunes, 25 de abril de 2011

No es ficción, es realidad

“-Hablas como una vieja.

-A veces, lo soy. Temo a los jóvenes de mi edad. Se matan mutuamente. ¿Siempre ha sido así? Mi tío dice que no. Sólo en el último año, seis de mis compañeros han muerto por disparo. Otros diez han muerto en accidente de automóvil. Les temo y ellos no me quieren por este motivo. Mi tío dice que su abuelo recordaba cuando los niños no se mataban entre sí. Pero de eso hace mucho, cuando todo era distinto. Mi tío dice que creían en la responsabilidad. Ha de saber que yo soy responsable. Años atrás, cuando lo merecía, me azotaban. Y hago a mano todas las compras de la casa, y también la limpieza. Pero por encima de todo –prosiguió diciendo Clarisse-, me gusta observar a la gente. A veces, me paso el día entero en el “Metro”, y los contemplo y los escucho. Sólo deseo saber qué son, qué desean y adónde van. […] A veces, me deslizo a hurtadillas y escucho en el “Metro”. O en las cafeterías. Y, ¿sabe qué?

-¿Qué?

-La gente no habla de nada.

-¡Oh, de algo hablarán!

-No, de nada. Citan una serie de automóviles, de ropa o de piscinas y dicen que es estupendo. Pero todos dicen lo mismo y nadie tiene una idea original. Y en los cafés, la mayoría de las veces funcionan las máquinas de chistes, siempre los mismos, o la pared musical encendida y todas las combinaciones coloreadas suben y bajan, pero sólo se trata de colores y de dibujo abstracto. Y en los museos… ¿Ha estado en ellos? Todo es abstracto. Es lo único que hay ahora. Mi tío dice que antes era distinto. Mucho tiempo atrás los cuadros a veces decían algo o incluso representaban a personas.

-Tu tío dice, tu tío dice… Tu tío debe ser un hombre notable.

-Lo es. Sí que lo es. Bueno, he de marcharme. Adiós, Mr Montag.

-Adiós.

-Adiós…”

Ray Bradbury

Fahrenheit 451

3 comentarios:

  1. Es buenísimo el libro, lo que lo diferencia de las otras distopías es que es la propia sociedad la que se ha destruido a sí misma. Se ha ido banalizando, destruyendo la cultura, marginando al individuo a su propia y reducida esfera personal.

    Ante esa situación de individualismo extremo y de un ocio mediocre, espectacular y absorbente, cuyo único objetivo es entretener y evitar el pensamiento (cómo el de ahora), se erigen los libros como pilares de fortaleza intelectual, como puertas a otros mundos insospechados. Y aquí no hago excepciones. Ante esa situación de agonía y apatía cerebral, lo mismo revitaliza la Biblia, el Manifiesto Comunista, el Código Da Vinci, o una novela de Alatriste...

    Los libros nos permiten conversar con los muertos, conocer el pasado, vislumbrar el presente, viajar a otros países y a otros mundos.
    Pero como bien se ve en el final de Fahrenheit 451, los libros arden, los libros se mojan, los libros están hechos de los árboles, y cómo ellos, son susceptibles de la destrucción por el hombre y por la fuerza de la naturaleza. Por encima de los libros, permanecen las ideas, individuales soplidos de aire que juntos conforman el viento del progreso de la humanidad.
    Pero, ¡ojo! No siempre es benéfico este progreso, a veces nos trae como final, como en el libro, el ruido y la muerte de las bombas.

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  2. ¡Dios bendiga la ciencia ficción!

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