Ésta es para vosotros

Cada vez que abro esta página y leo vuestras entradas, algo se me remueve dentro. Como un gusanillo. No, no es hambre. Y tampoco nerviosismo, ni ansiedad. Es emoción. Es darse cuenta de que eso de que existen jóvenes con ganas de poner el mundo patas arriba (para bien) no era una leyenda.

Me alegra saber que no soy una ilusa por pensar que las cosas pueden cambiarse. Al final resulta que sí, era cierto, existen personas dispuestas a darle una moneda a un indigente en el paseo Independencia, a levantar el culo del sofá por lograr sus sueños, a tener inquietudes más allá de qué se hace este sábado. Gente que prefiere pasar su tiempo libre esforzándose en comprender qué pasa más allá de 20 kilómetros a la redonda, en vez de dedicarse a rascarse la barriga y lo que no es la barriga durante 20 horas al día.

Cuando veo a jóvenes llorando porque no les han traído esa camiseta de marca, fumando en un autobús “porque me sale de la punta de la polla”, hablando a gritos y sin ningún respeto por nada ni nadie “porque yo soy así”, atracando a críos por la calle, insultando a su madre o buscando pelea “porque a mí nadie me toca los cojones”; acabo comprendiendo a esos abueletes que repiten sin parar eso de “la juventud de hoy en día…”. Qué pena que en la última década se hayan inventado términos como bullying o generación ni ni. Empezamos a dar un poco de vergüenza.

Y entonces os observo y sonrío. Al parecer no todo estaba perdido. ¿La clave? Como tú bien dijiste, Víctor: voluntad.

Personas contrarias al “y otra vez yo, yo, y yo, yo, y yo, yo, y más yo”. Personas que piensan, pero de verdad. Los que nos salvarán a todos.

Prefiero ser ingenua antes que esclava.

Gracias.