Seriefilia (VI)

Disculpas por el lenguaje poco elaborado. La intención no es otra que hacer honor a la serie. Comenzamos.

Noviembre 2009 “Tío, ¿qué es MisFits?” – “Es como Skins, pero con poderes”

Noviembre 2010 “Tío, ¿qué es Skins?” – “Es como MisFits, pero sin poderes”

Tardé en echarle el ojo a Skins (prometido el próximo Seriefilia), y más tarde en echárselo a MisFits. La serie ha resultado ser una gamberrada tremendamente gratificante. Considerada ya superior a Breaking Bad, sólo encuentro elogios para hablar de la serie, más incluso de los que encontraría para hablar de Skins.

Es retransmitida por el canal británico E4. Sí, el mismo que emite Skins, y los parecidos entre ambas series son evidentes: protagonistas jóvenes interpretados por actores de su misma edad, actuaciones que rozan la perfección en cuanto a plasmar la juventud se refiere, y mucha, mucha mala leche. Pero hasta aquí las similitudes.

MisFits nos habla sobre un grupo de inadaptados (de ahí el título) que cumplen su condena de servicios comunitarios por distintos delitos que han cometido. Durante una de esas mañanas de trabajo en el centro donde tenía lugar su castigo, se desencadena una tremenda tormenta. Comienza a caer granizo (del tamaño de un coche, aquí no se andan con chiquitas), de repente, un rayo los alcanza a todos, y salen volando por lo aires.



Tras el accidente las cosas cambian (“The storm changed everything”) y parece que han sido dotados de poderes. Yuju, ahora son superhéroes… Bueno, o no. Esto es lo que hace especial a MisFits y a sus protagonistas. No son héroes, son chicos normales (bueno…) con habilidades especiales. Si además tenemos en cuenta las características de estas “habilidades”, más que más para no salvar el mundo (no desvelaré nada, pero telita con algunos “poderes”).

Los protagonistas son cinco: dos chicas (una negra despampanante y otra que parece salida del Bronx) y tres chicos (el negro deportista, el autista, y la bomba de la serie: Nathan Young). No es que sean buenos, es que están soberbios. Dudas en momentos de si esto son actores o es un documental. Nathan Young: ¿ficción o realidad? ¿Está actuando o es en realidad así? Si es así, que Dios nos traiga confesados, si no es así, señores, denle un BAFTA a la voz de ya.

Desde el primer capítulo ya la están liando (estos chicos la lían mucho). Matan a su guarda de la condicional, y deciden mantenerlo en secreto, convirtiéndose este en el centro de la trama de la primera temporada ,además de descubrir el poder de Nathan. Awesome! (veremos que para ellos, matar a gente sin querer se convierte en el pan de cada día)



La segunda temporada mantiene el ritmo, mete más mala leche (¿más? Sí, más), deja un poco al lado las carcajadas de la primera (el efecto Nathan ya no es novedad, que le vamos a hacer), y se vuelve mucho más oscura. Nos deja además un final de temporada con mil frentes abiertos y con innumerables posiblidades para continuar la trama.

¿Y qué sería de una serie de jóvenes sin criticar algo? Pues poco, oigan (bueno, ahí tenemos a Física o Química, que más que poco, es nada). La serie es burra, burrísima, pero el final de la segunda temporada es la crítica mas descabellada que he visto jamás en la televisión hacia la iglesia. Un Sylar (solo los fans de Heroes lo entenderán) que se hace pasar por Jesús, engaña a toda la ciudad para ganar su dinero y a todas las chicas para que le hagan felaciones en los vestuarios del centro comunitario. Esos planos del portal de Belén, esa mula con un “fuck me” pintado en el culo, ese cura pisoteando su hábito, ese “Jesús” andando por el agua… EPIC!




¿Por qué ver la serie? Os propongo un reto: si veis el 1x01, y no os reís, aunque sea un poco, con Nathan Young, dejad de verla. Si os reís un poco, solo un poco, al terminar el capítulo ya la estaréis alabando. He dicho.