Estadística

jueves, 11 de noviembre de 2010

Vacío

Sales a la calle. Llueve. Te estás mojando. “Da igual”. Caminas hasta el callejón de la esquina, te paras, te acercas a la pared, introduces el dedo índice y el corazón en tu garganta hasta jugar con tu campanilla y vomitas. Vomitas hasta que no puedes más. Vomitas hasta que un pequeño charco rojo cubre la acera. Rojo sangre. Vomitas hasta que la realidad sale por tu boca… Te limpias con la manga. Bebes un trago de agua. Te incorporas y caminas de vuelta a casa. De vuelta a tu cárcel. De vuelta al mundo de las caderas, los culos, la carne y los polvos mal echados. Subes las escaleras casi sin darte cuenta. Allí está él, al otro lado de la puerta. No sabes como se llama, no sabes cuantos años tiene, no sabes donde vive… No sabes nada. Solo sabes que has estado toda la noche follando con él. Te mira. Es guapo. Has tenido suerte, este es guapo. Aunque en el fondo te da igual. No le miras a la cara. Nunca les miras a la cara. Él te coge de la cintura y te mete en la habitación. Te tira encima de la cama. Te desnuda. Se desnuda. No te apetece follar otra vez, pero sabes que vas a ser incapaz de decirle que pare. Empieza a besarte. Sus besos saben a whisky y a tabaco rubio. No te gusta el sabor del whisky. Te da asco. Estás mareada. Te abre las piernas. Bruscamente introduce su mano en tu entrepierna. Te toca. Te hace daño. Pero no vas a decirle que pare. “Chúpamela”. Se la chupas. No te apetece, pero se la chupas. Oyes como gime. Y cada vez se le pone más dura. Levantas la cabeza. “¡No!”. No tienes que mirarle a la cara. No puedes mirarle a la cara. Te levanta y te sienta encima de él a horcajadas. Te la mete. Notas su pecho sudoroso pegado a tus manos. No te apetece, pero le acaricias. Él gime. Cada vez más fuerte. Tú gimes. No sientes nada, pero gimes. Gimes para que se corra antes, terminar y que se vaya. En realidad, nunca quisiste que se quedara a dormir. Por fin termina. Se enciende un cigarro. Te ofrece. “Gracias”. Fumáis tumbados en la cama. Él intenta abrazarte, tú te apartas. No le miras a cara. Nunca les tienes que mirar a la cara. Termináis de fumar. Le dices que tiene que irse, que llegas tarde a trabajar. Se marcha. Te levantas. Abres la nevera. Comes sin sentido. Comes hasta que te duele el estómago. Das asco. Demasiado carnal: follar y comer. Estás harta. Vas al baño y vomitas. Vomitas hasta que te lloran los ojos. Vomitas hasta que borbotones de sangre salen por tu boca. Vomitas hasta que te sientes tan mareada que no puedes incorporarte. Vomitas toda la vida que te quedaba. El corazón te late con fuerza. Irregular, pero con fuerza. Caminas a duras penas hasta la cama. La habitación se nubla ante tus ojos. Desaparece. Sabes lo que pasa. Sabes que nunca más vas a follar en esa cama. Cierras los ojos a pesar de que ya no ves nada. El corazón cada vez late con menos fuerza. Casi ni lo sientes. Hace mucho tiempo que no sientes nada… Tienes un fuerte pitido dentro de tu cabeza. Estas aturdida. Te apoyas en la almohada. Y te dejas llevar. Simplemente quieres que pase cuanto antes.

4 comentarios:

  1. Paula, qué triste, en serio, se me ha quedado un vacío, una sensación, una angustia... un querer llorar.
    No vuelvas a hacerme esto!!!!!!!

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  2. puff que dureza y que impresion de realidad

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  3. Sí, sí, absoluta y completamente realista

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