Despierto con frío y te veo a mi lado, de espaldas, y tranquilamente dormido; te abrazo suavemente, apenas te rozo despiertas una milésima de segundo y sonríes inconscientemente; tú también tenías frío, pero ha desaparecido ya, como el mío, y sigues durmiendo plácidamente bajo mi mirada, que a penas unos segundos después se oscurece al dormirme yo también.
Corto, breve y conciso, a estas horas no me puedo exigir más.
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