Estadística

domingo, 24 de octubre de 2010

Érase una vez...

Érase una vez una joven niña llamada... Caperucita.

Caperucita vivía con su familia en Zaragoza pero pasaba los veranos en la casa de su abuelita que vivía en un reino muy muuy lejano.
La abuela de Caperucita la mimaba mucho y siempre le procuraba infinidad de cariños cuando ésta iba a visitarla. Todo era perfecto en ese reino tan lejano cuando la abuelita y la niñita estaban juntas. La vida se tornaba color rosa.

Hace unos años, Caperucita preparó la maleta y viajó a casa de su abuelita. La madre de la joven, le advirtió que debía comportarse como una señorita porque llegaron a oidos de la mama, noticias que advertían de la presencia de un feroz y voraz lobo que rondaba por los alrededores de los verdes prados de la abuela.

Caperucita, como buena chica obediente que era, hizo caso a los consejos que su madre le dió. Cuando llegó al reino de la abuelita, se encontró todo muy diferente a como lo recordaba del año pasado: la casa estaba derruída, con paredes enmohecidas y desconchadas, los cristales rotos, las puertas chirriantes, malas hiervas que cubrían el mobiliario... Lo que más sorprendió a la joven Caperuzita fue ver a su abuelita postrada en habitación.

Con cautela y de manera silenciosa, se acercó al borde de la cama y observó a su abuela. Había perdido el jubilo, la alegría, las ganas de seguir adelante... Cuando vió a su nieta, sonrió con las fuerzas que le quedaban.

Caperucita, con la curiosidad de un estudiante de periodismo, le preguntó a su abuelita:
-¿ Qué te ha pasado abuelita? Consiguio decir con la voz quebrada.
-A veces en la vida te topas en el camino con oscuros lobos sin piedad alguna. No te asustes de mis magulladuras y mis moratones poruqe todo esto fue culpa mía. Yo fui la tonta que cayó sin darse cuenta en las garras del lobo.Él me hirió y maltrató como si fuera un muñeco de trapo. Me despellejó y me dejó sin fuerzas para levantarme. Se disfrazó de mí e hizo creer a la gente que él era yo. Caperucita, el lobo me arrebató todo, hasta mi identidad. Y pensar que le quería...
-No te preocupes abuela, podemos arreglar esto. Aún estamos a tiempo
-¿Nunca te han dicho lo ilusionista que eres? Llevo 40 años casada con el lobo feroz, cariño. Algún día tenía que pasar. Ha conseguido aislarme de tí en este reino tan lejano, en esta prisión que era de cristal. No puedes hacer ya nada, siento haberme callado durante todos estos años. Si guardé silencio, fue para tenerte más tiempo a mi lado y que no me alejase de tí antes. Disfruta, mi amor, de la vida y no entres en la boca del lobo por muy blanca que te enseñe las pezuñas. ¡Aprende de la tonta de tu abuelita!

Y allí, en la penumbra de la habitación, el lobo se comió a la abuelita sin que Caperucita pudiese avisar al cazador.



El 25 de octubre del 2003 se fue contigo parte de mi corazón. Te hecho de menos abuela.


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